Artículos publicados en La Opinión A Coruña

Friday, April 22, 2005

Fraga se desafía a sí mismo


El presidente de la Xunta no pelea contra Touriño o Quintana,
únicamente lucha contra el paso del tiempo

A sus 82 años y después de cuatro victorias consecutivas por mayoría absoluta, las elecciones del 19 de junio son para Manuel Fraga, antes que ninguna otra cosa, un desafío a sí mismo y a su capacidad de permanecer inmune al desgaste político que la costumbre atribuye al ejercicio prolongado de las tareas de Gobierno. Fraga no compite con sus adversarios del PSdeG-PSOE y del BNG, lo hace consigo mismo, con su pasado de victorias abrumadoras, y con la necesidad de cerrar invicto una carrera política en Galicia que, contra toda lógica, va camino de cumplir dieciséis años. Fraga ha aprovechado las primeras encuestas que le son favorables después de largos meses de incertidumbre abonada por el recuerdo del Prestige y las luchas intestinas entre seguidores de la boina y del birrete, para tomar carrerilla y tratar de anticiparse a quien la Xunta trata ya como su principal adversario: el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Esa era, en cierto modo la consecuencia natural del incendio político aventado por el PP y por la Xunta durante los últimos meses a cuenta del supuesto incumplimiento de los plazos de ejecución de las obras de infraestructuras prometidas por Aznar en el marco del Plan Galicia y que el propio Fraga trató de traducir, sin éxito, en manifestaciones populares al estilo de las que movilizaron a cientos de miles de gallegos bajo la bandera de Nunca Máis. Los dirigentes del PP han optado por adelantar las elecciones autonómicas de octubre al 19 de junio para aprovechar la “remontada” del partido que pronostican sus encuestas y adelantarse al “esfuerzo” del Gobierno central para con Galicia en los Presupuestos Generales del Estado de 2006.

POR PRIMERA VEZ. Fuentes del PP y de la Xunta indicaron a Efe que esos fueron los argumentos centrales que llevaron al presidente gallego a decidir por primera vez en dieciséis años un adelanto electoral que Fraga trata de justificar como consecuencia del debate territorial y constitucional abierto en el conjunto de España. La mayoría popular basó su estrategia contra el PSOE en los últimos meses en la beligerancia frente al Ejecutivo central con respecto al llamado Plan Galicia, un asunto que podría ser rebatido con generosas partidas para la Comunidad en los Presupuestos Generales de 2006, anunciadas por los socialistas. Los dirigentes populares se mostraron proclives al anticipo por las encuestas que maneja el partido, en las que, según apuntan, se “ha frenado” la caída de intención de voto del PP tras la crisis que vivió el pasado otoño, y después de la reciente dimisión del histórico dirigente nacional Xosé Manuel Beiras. Los conflictos internos registrados en el seno del PP se reabrieron en la confección de las listas, pero Fraga y el líder popular, Mariano Rajoy, zanjaron la cuestión al otorgar el número uno de la lista de Pontevedra al vicepresidente primero de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y situando al ex conselleiro José Cuiña en los primeros puestos. El candidato del PP, quien afirma que ahora el partido está “más unido” que nunca, reconoció el pasado lunes que si estratégicamente les interesara, adelantaría las elecciones, con lo que contravino su criterio expuesto durante los últimos meses de convocarlas en octubre. Las declaraciones de Fraga del lunes se registraron después de que el candidato socialista a la Presidencia de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, declarase públicamente el sábado que las elecciones gallegas se celebrarían en junio. Con estas afirmaciones, Pérez Touriño oficializó los rumores difundidos en Galicia en las últimas semanas sobre un eventual adelanto electoral y la estrategia del PP y de la Xunta, que actualmente desarrolla en los medios de comunicación una campaña de réplica al Ejecutivo central sobre el denominado Plan Galicia.

REESTRUCTURACIÓN. El adelanto de las elecciones gallegas al 19 de junio ha obligado a los tres partidos con representación parlamentaria —PP, PSdeG y BNG— a reestructurar el diseño que habían hecho de la precampaña, así como a apurar los actos que tenían en agenda para llegar a tiempo a una campaña electoral que se abrirá a las 00.00 horas del 3 de junio. En el caso del Partido Popular, fuentes del partido informaron a Europa Press de que el comité de campaña celebrará en breve una reunión para articular un nuevo diseño de la agenda y “comprimir” los actos previstos en la precampaña. La idea es avanzar en la reestructuración de la programación durante la reunión del comité de dirección del próximo lunes. En todo caso, el PP pretende adelantar el acto de proclamación de Fraga como candidato a la Presidencia de la Xunta, que estaba programado para el 22 de mayo en Santiago y que se trasladará a principios de mayo, aunque el partido aún no ha decidido una fecha. Los populares mantienen la cita del próximo sábado en Vigo, donde se iniciará la ronda de talleres provinciales para recoger ideas para el programa electoral, aunque debido al adelanto electoral, los que tendrán lugar en las otras tres provincias serán adelantados. El PP reconoce que el programa, aunque está “muy avanzado”, deberá agilizarse para estar termina a tiempo. Por su parte, los socialistas gallegos aseguran que el adelanto no les “coge a contrapié”. Su general, Emilio Pérez Touriño, recordaba ayer mismo que el partido trabajaba con “dos agendas” en función de si los comicios se celebraban en octubre o finalmente tenían lugar antes de verano. No obstante, fuentes de la dirección explicaron a Europa Press que la última confirmación de Manuel Fraga de que agotaría la legislatura les hizo trabajar con plazos “creyendo en la palabra de alguien a quien no se puede creer”.

Tuesday, April 12, 2005

El instante decisivo



Maestro en el manejo de los puntos de inflexión de la política,
Beiras no ha conseguido dominar su tiempo político final

Los 69 años que cumplió el viernes pasado, precisamente el día en el que el Consello Nacional del BNG debatía su futuro en las candidaturas electorales, fueron el principal argumento que usaron sus detractores para desplazarle del liderazgo del nacionalismo gallego. Trece años menos, en todo caso, que el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, pero suficientes para que el discurso de la renovación, trenzado por la Unión do Povo Galego (UPG) hace cuatro años, cuando el Bloque sufrió su primer retroceso electoral en más de una década, fraguase su sustitución por el diplomado en enfermería Anxo Quintana, apenas sin currículum —había sido alcalde de Allariz (Ourense)— pero 26 años más joven. La dimisión de Xosé Manuel Beiras como presidente del Consello Nacional del BNG es, aparentemente, el inicio del último acto de una trayectoria política que le llevó, a finales de los años ochenta, a convertirse en la cabeza visible de la resurrección política del Bloque. Bajo su liderazgo, el BNG pasó de uno a 19 diputados en el Parlamento de Galicia, logró representación en el Congreso y el Senado, alcanzó el Parlamento europeo, se sacudió los sectores partidarios de la lucha armada y homologó su consideración pública a la de PNV y CiU, las fuerzas políticas hegemónicas del nacionalismo vasco y catalán. No obstante, y aunque nadie discute, a estas alturas, su contribución al crecimiento electoral y político del nacionalismo gallego, el retroceso electoral de 2001 fue suficiente para abonar la tesis de que el propio Beiras era el techo electoral del BNG. El análisis que se impuso entonces atribuyó a Beiras la condición de problema y, a consecuencia de ello, señaló la solución: sacarle de enmedio. Orador brillante y erudito en una Cámara de diputados en la que la cultura y el arte de la dialéctica son rara avis, Beiras ha pronunciado a lo largo de los últimos 20 años algunos de los discursos más celebrados en el Parlamento autonómico y siempre, o casi siempre, ha sido capaz de captar la atención de sus adversarios. Suyos son dos de los instantes decisivos de la última década, ambos antagónicos. El primero es el famoso zapatazo con el que —emulando al dirigente soviético Nikita Jruchev en Naciones Unidas—, fue capaz de representar la indignación de un considerable sector social frente a un Partido Popular decidido a modificar unilateralmente las reglas de juego, electorales y parlamentarias. La segunda fue el singular apretón de manos a Manuel Fraga con el que, a finales de 2001, sorprendió a propios y extraños explorando un diálogo hasta entonces imposible entre el centralismo gallego de derechas y el nacionalismo gallego de izquierdas. Son dos ejemplos del dominio que Beiras siempre ha tenido del tempo político, pero que no siempre ha sido capaz de ejercer con éxito. Al igual que no siempre ha sido capaz de dominar su carácter. No quiso, cuando pudo, hacer frente a quienes hicieron de él la causa del parón electoral del Bloque y se limitó a pactar con ellos una sucesión tentadora en lo personal pero con la que no estaba de acuerdo ni en la forma ni en el protagonista. Cuando fue elegido presidente del Consello Nacional fue el único que entendió ese cargo como algo más que un reconocimiento histórico, un jarrón en el que situar las cenizas del viejo líder. Ahora parece haberlo entendido, pero para él ya es, políticamente, demasiado tarde. Para el BNG, probablemente también.